Tejida a partir de material fotográfico, testimonios sonoros y textos filosóficos que giran en torno a la imagen, la propuesta busca acercarse a la idea de encuentro y celebración con el objetivo de generar nuevos espacios de relación y experiencia a través de un juego de superposiciones y desplazamientos. El punto de partida son una serie de fotografías correspondientes a una cena de empresa la Navidad de 1988. 

El proyecto nace de la necesidad de poner el cuerpo en relación con la imagen. Un cuerpo que afecta y es afectado. Cuerpos que se encuentran, se entrelazan y se abrazan, tejiendo nuevas relaciones. Cuerpos desconocidos de participantes que conviven, sin darse cuenta, con el de los antiguos trabajadores y trabajadoras de la empresa. Cuerpos que son utilizados no sólo como elementos narrativos, sino como dispositivos que irán generando nuevos sentidos a la dramaturgia, con el objetivo de acercarnos a una experiencia capaz de desbordar la imagen, respondiendo así a la pregunta: ¿Cómo hacer vivo un archivo?

El esqueleto de la pieza va revelando el contenido: un anuncio en el diario donde se buscan antiguos trabajadores desencadena una dramaturgia que recrea una fiesta en Casa Planas. Las llamadas se convierten en testimonios reales que transportan al público al pasado. Unas voces que reflexionan sobre el paso del tiempo, la presencia del turismo y la transformación del espacio y los cuerpos. Paisajes fragmentados que evidencian la relación a través de la cámara fotográfica. Un diálogo de presencias y ausencias que se encuentran y conviven durante unos instantes.